domingo, 12 de septiembre de 2010

El árbol infiel

Cierta noche caminaba por el boulevard de Sabana Grande, cuando en medio del paso apurado por llegar a la estación del Metro de Plaza Venezuela, la más cercana al Gran Café, escuché un llanto que llamó mi atención. Me detuve y miré a cada lado para saber de dónde venía el sonido tan insistente, pero no vi persona alguna, cosa que me asustó y más habiendo crecido entre cuentos de espantos y aparecidos. Me detuve un segundito cerca del árbol más próximo para acomodar mi zapato y seguir el camino rápidamente antes de que cerraran la estación. Apenas puse la mano en el tronco, sentí las vibraciones del llanto que momentos antes había escuchado, lo que me asustó muchísimo más pero que al mismo tiempo avivó mi curiosidad, pues no es usual que un árbol llore, no por lo menos que yo sepa.

Vacilé entre salir corriendo y preguntarle al árbol qué le pasaba, ya qu
e no había nadie mirándome, y como soy más curiosa que miedosa, me atreví a hablarle. La voz ronca y suave del árbol me dijo entre sollozos que había perdido al amor de su vida y que sin ella él no podía seguir viviendo, que no aguantaba tanto dolor. Le dije: -“Coño árbol, déjate de vainas, algo habrás hecho para que te dejaran, porque con la cantidad de mujeres que hay en este país para cada hombre y árbol, algo muy feo tuviste que haber hecho”. El árbol me dijo que él sólo tuvo un momento de debilidad que no se perdonaría jamás. “¡Ajá!” – le dije- “¡yo tenía razón, árbol infiel!, ¡eres cómo todos, chico!, y ahora andas ahí con esa lloradera, ¡bien hecho que te pasó!, pero ahora termina de contarme ya que estoy como la propia loca hablando con un árbol, y rápido que ya casi cierran la estación, dime por lo menos qué hiciste”. Cuando el árbol dio el primer suspiro para iniciar el relato, vi dos hombres con actitud sospechosa que caminaban en dirección hacia donde yo estaba, hecho que me asustó mucho más que un árbol hablándome, por lo que sólo tuve tiempo, celular en mano, de tomarle una foto, decirle que volvería luego por la historia y salir corriendo hasta la estación.

Al día siguiente, tan temprano como pude fui a visitar al árbol. Le di una palmada en la corteza y lo saludé con voz de cómplice, pero lo único que conseguí, aparte del raspón en la palma de la mano, fue una carcajada burlona de la señora que vende mango verde con sal en la esquina. Ahora sólo me queda inventarme el final de la historia con lo que me dejó la foto, que no sé si es del árbol o de algún humano que aún no sabe reconocer un bote de basura.

8 comentarios:

palabreus dijo...

EN SERIO? TE PASO ESO? QUÉ INCREIBLE!

drila dijo...

Jaajaja, sí, y hasta la fecha el árbol no me ha dicho una sola palabra más. Aún lo visito, jajjaaaa

Inés Bohórquez (Ibo) dijo...

Bueno en Sabana Grande siempre pasan cosas "raras" asi que no me extraña!
por lo menos tu lo escuchaste y por eso ahora solo tiene pena xD
un abrazo :)
me encantan tus post son de lo mas originales!!!!
;)

drila dijo...

Hola Inés!!! qué bueno saber que de vez en cuando te paseas por esta calle, yo también visito tu espacio y me encanta!!!! Te reitero lo que ya te dije antes, es bello y tus textos son muy buenos!!
Sabana Grande es para mí como una juguetería para un niño, hay tantas cosas extrañas y divertidas que ver que nunca me canso, jejeje. Recibe un abrazo :)

Martha Arango dijo...

Charo, mi amiga de la vida, mi amiga de la infancia, cuantas fantásticas historias has podido recopilar día a día, cuanta experiencia vivida, me encanta tu manera tan peculiar y fresca de plasmar tus vivencias siento orgullo de decir siempre que hace 30 años que conozco a la escritora de estas historias...
jajaja difícil de creer a mi también me hablan los árboles de vez en cuando...

drila dijo...

Mi querida Martha, qué emoción leer tus palabras!!! No sólo porque eres mi amiga de la vida, sino porque también es el comentario de alguien que tiene muuucho tiempo involucrada con la creación a través de la palabra. Sabes que estás en mi corazón... ah! y te creo, tú eres hermana de los árboles, sé que te hablan, jejeje

Ivette dijo...

Charito.. te tengo una mala noticia.. somos esquizofrénicas, mi amol..

Unknown dijo...

Un besos a todas las venezolanas de mi corazón desde Francia Carmen