miércoles, 23 de septiembre de 2009

¡Mañana pongo, carajo!


Qué difícil resulta caminar cuando apenas tienes espacio para respirar, y más cuando uno no camina, sino que a uno lo caminan, a juro, a empujones, a codazos, ¡a lo que sea! Esa es la realidad de la hora pico en el metro, en mi tan amado metro de mis tormentos.


Son las 7:45 am, todos necesitan llegar a tiempo a donde sea que deban ir; todos se quieren montar en el mismo vagón; los de atrás empujan y gritan; empujan y requetegritan; empujan y empujan. Quienes están más cerca de la puerta del vagón deben sostener muy bien la cartera, la carpeta, la bolsita con el almuerzo, la bolsita de tela de florcitas llena de quién sabe qué cosas que nunca se usan durante el día pero que hay que llevarlas; el morral adicional, la bolsita de las medicinas, papel tualé (en Venezuela se dice así), toalla de manos con tira bordada; la torta que hizo la abuela y que uno lleva para repartir en la oficina; la lonchera de la niña, la niña, el morral de la niña; los audífonos, los lentes y, además de eso, luchar contra las marmotas que se atraviesan en la puerta porque se van a bajar en la estación siguiente. Pero no importa, si eres caraqueño eres fuerte también, guerrero, echaopalante, multifuncional, súper elástico, mago y… bueno, te la calas porque así es el metro en la hora pico y punto, no tienes más remedio.


Pero hay cosas que uno no puede tolerar por más caraqueño que sea, ¡no señor!, por ejemplo, que a uno le echen la culpa de empujar cuando todos saben que eso siempre lo hace “el de atrás”, situación para la cual hay expresiones típicas de reclamo y respuesta (reclamo: -“¡¡¡Coooñooo, deja la empujadera, animal!!!” respuesta: - “¡¡¡ ah no mijita(o), vete en taxi – o cómprate un carro, o vete en helicóptero, etc-!!!)”. Tampoco es aceptable la falta de cortesía, o de educación como decimos aquí, cuando alguien pese a toda la revuelta de la hora pico lastima al prójimo y no se disculpa; o como en el caso que hoy me ocupa, que es cuando amablemente ofreces disculpas y el otro te responde con una grosería, creo que esa es peor que la anterior.


Hoy tuve una visión en medio del despelote típico de la mañana. Sin querer pisé a un señor y me disculpé, la verdad no quise hacerlo pero “me empujaron”, y él, lejos de aceptar mi amable disculpa, con un tono bien grosero me respondió: -“¡¡¡mañana pongo, carajo!!!” Luego de digerirlo, pensé… ¿por qué no? En realidad sería muy interesante si por cada pisotón hubiese, por lo menos, una postura de huevo. Qué plan tan bueno para sustituir a los gallineros verticales, qué gran producción tendría Venezuela, incluso para exportar, solución muy creativa para generar divisas ante un posible agotamiento del petróleo, o como donativo para calmar el hambre en los países más necesitados que el nuestro… o para aumentar los ingresos propios del sistema Metro e invertir en campañas destinadas a rescatar los buenos modales, la tolerancia, el respeto, ¡¡¡valores pues!!!, esos que dicen extrañar tanto nuestros ciudadanos pero que cada día tienen menos importancia. ¡Cuántas cosas podría hacer si mi abuelita tuviese manubrios y fuese bicicleta!

La imagen, como ven, es de la simpática gallina que está enamorada del Gallo Claudio… me encanta esa gallina y su platónico amor, tan platónico como se me hace tratar de arreglar tantas cosas que veo en la calle. La dirección de donde libremente tomé la imagen es http://polidiseno.wordpress.com/2007/02/27/ahmed-y-como-esta-tu-novio-patricia-onigiri-y/

viernes, 11 de septiembre de 2009

Las propiedades mágicas del “chicharrón pelúo”



En todas las culturas han existido alimentos y sustancias mágicas, incluso en la actualidad hay algunos a los cuales se les atribuyen poderes que ni la misma ciencia ha podido superar, por ejemplo los derivados del mar que alargan la vida, repotencian el espíritu y levantan el “ánimo” – todo al mismo tiempo-; los que se extraen de animales salvajes que curan desde el asma hasta el cáncer; la baba de caracol, más efectiva que cualquier cirugía plástica, entre otros aun más poderosos que se anuncian en cualquier .com y que con sólo verlos moldean la figura, lo vuelven más inteligente y hasta le salvan su matrimonio. ¡Desde que era niña siempre escuché que los guarapos curan todo! Y hasta ayer creí tener en mi memoria un registro impecable de recetas para lo que sea… hasta que el operador del metro provocó un corto circuito en el glosario de yerbas y demás cosas comestibles heredado de mi abuela…

Eran las 11 de la mañana, entré en Plaza Venezuela, dirección Palo Verde, cuando en la estación siguiente el operador dijo: -“Estación Bellas Artes”. Inmediatamente todos nos quedamos asombrados, por un momento quienes nos percatamos del error nos sentimos desorientados, comenzaron las caras de horror de aquellos que viajaban con el tiempo contado y un señor gritó: -“¿Y éste qué comió?”, a lo que otro rápidamente, con cara de Grissom agarrando un insecto en cualquier episodio de CSI, respondió: -“Ése no comió arepas… ése comió “de otra cosa”…

“¿Otra cosa?”, pensé yo… ¿qué cosa poderosa comió el operador que lo transportó dos estaciones más allá y en sentido contrario? y mientras observaba las caras de los demás, otro señor dijo: - “¡A ése lo que le dieron fue chicharrón pelúo del bueno!”. Todos soltaron, a lo venezolano, la carcajada, señal inequívoca de conocer el “alimento” y sus propiedades. En Venezuela el “chicharrón pelúo” está entre los principales platos favoritos de los comensales masculinos, obviamente de los que permanecen en las filas de la heterosexualidad; sobre él se hacen chistes, cuentos increíbles, canciones, incluso algunos humoristas viven de recrearlo en sus presentaciones… y ahora es motivo de peligro para los conductores porque causa desorientación. Los científicos, ingenieros y legisladores de esta época tendrán un trabajo interesante, deben, aparte de crear nuevas leyes de tránsito, diseñar un aparato que detecte los niveles de chicharrón en los conductores, algo parecido al alcoholímetro… y en el metro habrá que prohibirles a los operadores que lo consuman antes de ir a trabajar, pues con la cantidad de caballeros que han cambiado el chicharrón por la salchicha, seguro hay muchos casos de sobredosis… ¿será acaso esa la razón por la cual nuestro principal sistema de transporte público es un caos?

La imagen de bajé de http://images.google.co.ve/imgres?imgurl=http://www.cinestatic.com/infinitethought/uploaded_images/piggy-759268.jpg&imgrefurl=http://www.cinestatic.com/infinitethought/2008_09_01_infinitethought_a.asp&usg=__hTb8ZtW20-VoI_EqWPcaRt0AAfY=&h=408&w=300&sz=32&hl=es&start=9&um=1&tbnid=gthciglIDMHa2M:&tbnh=125&tbnw=92&prev=/images%3Fq%3Dmiss%2Bpiggy%26hl%3Des%26um%3D1