viernes, 25 de febrero de 2011

La Mamá de Tarzán


Yo admiro profundamente a La Mamá de Tarzán, lo corroboré exactamente hace un año cuando mi amigo Ricardo Bada me envió la caricatura que acompaña esta entrada. A él se la dedico.

Como decía, admiro a La Mamá de Tarzán. En Venezuela ella es, junto con El Carajo y Mandrake, uno de nuestros personajes mitológicos favoritos. No hay cosa humana o divina que ella no pueda hacer. Es prácticamente una heroína, una mártir, es la todera de las excusas, la paga peos. Es una diosa, omnipotente, omnipresente, bruja, mecánico, administradora. No tiene nombre pero tiene mil rostros. Es millonaria y dueña de las deudas que nadie quiere pagar.

La Mamá de Tarzán nunca ha necesitado presentación, ella llegó quién sabe cuándo y se hizo parte de esta mágica y maravillosa realidad latinoamericana para no irse nunca más, para nunca hacerse vieja, para jamás pasar de moda. Ella es una mujer emancipada, tiene la autoestima más alta del mundo; es del tamaño del compromiso que se le presenta, por ejemplo, cuando a alguien le piden que haga algo que nadie más haría, la única respuesta posible es: "eso lo hará La Mamá de Tarzán”. La verdad es que a mí me gustaría saber de dónde obtuvo su poder esta magnífica mujer porque yo estaría dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de tener la mitad de sus virtudes.

La Mamá de Tarzán también viaja en el Metro, pero a pesar de todos sus superpoderes no ha podido con las fallas del sistema y de sus usuarios, me imagino que es porque ella comprendió que eso no lo arregla ni el mismo Mandrake y que la solución a tanta locura está más allá de lo humano y lo divino, por lo que habrá que intentarlo con invocar al Carajo que tenga verdaderamente el poder de hacerlo.

Yo creo que en este país deberíamos tomarnos en serio proponer la celebración del día nacional de La Mamá de Tarzán, componerle un himno y darle un curul en la Asamblea, pues sin tantas promesas y con menos recursos es más confiable que todos nuestros políticos y gerentes de los sistemas públicos juntos.

martes, 22 de febrero de 2011

La Orden de la uña afilada

Siempre he querido saber la razón por la cual algunos caballeros se dejan crecer la uña del meñique. Confieso que me parece asqueroso y al mismo tiempo misterioso porque cada vez que pregunto nunca obtengo una respuesta satisfactoria, sólo evasivas disfrazadas de chistes escatológicos que no repetiré, me niego a ello.

A veces creo que ese hábito obedece a querer seguir algún patrón machista relacionado con la potencia sexual. En otras ocasiones he llegado a creer también que tiene que ver con algún deseo oculto de exteriorizar el lado femenino; una suerte de actitud rebelde contra la sociedad, no sé, se lo dejo a los psicólogos. Pero lo que sí sé es que de alguna forma este grupo de caballeros podría ser útil a la sociedad, por ejemplo, si se les capacita como guardianes de las puertas de los vagones del Metro. Sería económico, ecológico y original. En este caso el Estado sólo tendría que invertir en limas y esmalte endurecedor de uñas, unas cuantas horas de instrucción y listo, tendríamos un ejército que se encargaría de clavarle la uñita a los que aún no han entendido que no deben atravesarse en las puertas de los vagones.

Mientras sigo en la búsqueda de la foto perfecta, les dejo a Freddy Krueger, quien me produce menos repulsión que un hombre con la uña del meñique larga. La imagen la tomé de http://www.dentrocine.com/2009/04/27/freddy-krueger-ya-tiene-nuevo-rostro/

Nota: antes declaré que dejaría al Sr. Krueger mientras encontrara la imagen perfecta... pues la encontré, solo que dejaré ambas.