viernes, 12 de junio de 2009

El Architicket de Metro… todo en uno


Definitivamente todo es del color del cristal con que se mire y bueno, no encontré inicio tan apropiado como este lugar común tan común.

Hace algunos años leí en un libro, cuyo nombre no recuerdo en este momento, una de esas técnicas que se usan en las dinámicas de grupos de nombre algo así como “sesión de imaginación creativa”. La técnica en cuestión consiste en tomar un objeto cualquiera y darle tantos usos como se pueda, mejorarlo, adaptarle cosas que nadie jamás imaginaría y hacer de él un nuevo objeto que se ajuste a un sin fin de necesidades. Como norma para aplicar esta técnica, los participantes deben evitar hacer comentarios negativos o burlarse de la creación o de sus usos. Me parece interesante poner a funcionar el cerebro más allá de lo que está establecido, y pensar en darle nuevos usos a los objetos digamos que es una práctica ociosa con beneficios, por lo menos para mantener la mente ocupada en esos momentos en los que sólo puede uno pensar, imaginar, fantasear.

He visto sesiones de imaginación creativa muy geniales, porque trascienden el pensamiento y se van directo a la práctica. Una de ellas es la que se da, por ejemplo, con el ticket del metro. Nunca imaginé la cantidad de usos que la gente le da más allá de atravesar el torniquete. He presenciado cómo lo usan para sacar el sucio de las uñas (de las uñas propias, las de la pareja, la de los niños que llevan en el regazo), para la higiene bucal (con eso se puede sacar la comida de los dientes si es una limpieza simple o para extraer cualquier cosa de las muelas, si se trata de una limpieza profunda); para anotar números de teléfono, mensajes de amor, direcciones; también como marca páginas; para matar alguna chiripita que sale del borde de algún asiento; para hacer figuritas de origami; para entretener a los niños cuando lloran; para limpiarse el exceso de maquillaje que queda en los dedos; para crear un aislante entre el metal del reloj de pulsera y la muñeca –muy útil y de uso común entre los caraqueños- y para evitar que el zapato maltrate el talón –algo así como un sustituto de las curitas-. Tal vez los responsables de mercadeo del Metro deberían pensar en que, lejos de botar todos los tickets que quedan en los depósitos de los torniquetes, podrían promocionar todos sus potenciales usos y así contribuir, además, con la conservación del ambiente reciclando ese material. ¿Por qué no?

La imagen que acompaña este texto fue tomada de http://www.metrodecaracas.com.ve/zona_interac/archivo/metrogaler%C3%ADa/metro/galmetro.htm

1 comentario:

Liliam B. dijo...

Me recordaste un poema sobre tickets de metro que lei hace un tiempo en la revista urbe. Definitivamente tiene un millon de usos! El mas extraño que he visto hasta ahora fue un traje de carnaval hecho integramente con tickets de metro. La niña que lo usaba tenia alrededor de 6 años y una cinta blanca cruzada que decia Miss Metro! Al lado, la hermana tenia un vestido que parecia un Oscar De La Renta hecho con papel periodico y pinado con spray. Sin duda los trajes mas originales que he visto, pero el premio se lo lleva la madre por su creatividad!

Otro uso interesante, son los acordeones que hacen los niños uniendo muchos tickets doblados. ^^