
Si usted nunca ha sido tocado, abrazado o apretujado y quiere tener un encuentro cercano de todos los tipos, no pierda su tiempo y vaya de paseo por el Metro de Caracas en horas pico. Sé que en otros sistemas de transporte público como este también se produce la aglomeración de pasajeros, sin embargo en Venezuela, tan particular como siempre, hay algo que hará de esta experiencia una de esas que uno guardaría para contársela a los nietos.
Entre las 6:30 y 8:30 am y después de las 4:00 y hasta aproximadamente las 7:00 pm, usted puede tener la seguridad de que recibirá calor humano quiera o no. Pero lo interesante de la experiencia va más allá del apretujón y del respiro en la nuca, del pisotón o del agarrón de nalgas, lo verdaderamente valioso de ese contacto cuerpo a cuerpo con desconocidos de cualquier género está en lo creativo de las frases que acompañan el acto casi íntimo, pero público del amapuche que bien podría promocionarse como atractivo turístico de nuestra ciudad capital.
Los estilos de comunicación varían, por supuesto, según el tipo de apechugamiento, del humor casi siempre de quien está siendo apretujado y de si quien brinda su calor es simpático o, por lo menos, bien intencionado. He escuchado frases como “pégate un poquito más mi amor”; “si quieres me llevas para tu casa”; “déjame verte para saber cómo me va a salir el muchacho”; “si quieres te lo llevas para tu casa (se refiere generalmente a las nalgas) y lo pones de timbre”; “por lo menos dime cómo te llamas”; “gózalo y luego me cuentas”; “después de esta por lo menos me invitas unas cervezas”, entre muchas, unas más jocosas, otras llenas de ira y de indignación, otras con palabras que no me gustaría registrar aquí, en fin, otras y otras.
Siempre converso con mi querida comadre sobre este tema y aún no podemos comprender qué motivó a los ingenieros, planificadores y demás involucrados del proyecto de lo que se supone es el sistema de transporte más importante de la ciudad, a construir algo que desde que nació se sabía sería insuficiente, según la forma como ha y sigue aumentando la población en Caracas. Mi única conclusión: obsesión por el contacto humano y retribución con efecto espejo, a causa de ausencia de amapuches, apretujones, apechugamientos y demás formas de recibir cariño cuerpo a cuerpo, del principal involucrado en el proyecto y bueno, como estrategia para asegurarse de que nadie más sufra por causas similares, la construcción de andenes y vagones lo menos espaciosos posible.
Finalmente, como eso ya es parte de la realidad de quienes viajamos día tras día en esos vagones del amor forzado, no queda otra que, al menos, ponerse un perfumito…
Esta foto la bajé de http://farm2.static.flickr.com/1177/761115235_e3af3df839.jpg