domingo, 10 de octubre de 2010

Pole dance en el Metro



Si de técnicas de seducción se trata, el baile es una de las más antiguas y multisensoriales que el ser humano ha podido experimentar. El baile no sólo es tacto, es olor que va y viene con cada movimiento, implica mirar y respirar de determinada forma, interactuar con el disfrute y la intención.

Los venezolanos aprendemos a bailar desde que estamos en el vientre, pues dentro de los rituales del embarazo está el de bailar la barriga para que el muchacho salga alegre y el parto sea feliz. Venezolano que se respete baila hasta los comerciales de televisión, los repiques de los celulares y la música de la fiesta del vecino, lo cual quiere decir que no hay dudas de que en este país a nadie le quitan lo baila’o.

Desde hace algún tiempo está de moda danzar en el tubo, pero lo que el resto del mundo no sabe es que el pole dance, como se conoce este arte, tiene una variante caribeña que se ha ido perfeccionando desde que en Venezuela rodó el primer autobús.

Todo comenzó cuando Cheo, compadre del portu a quien se le ocurrió crear la primera línea de autobuses, quedó desempleado. Como parte de la camaradería que nos caracteriza, el portu le consiguió una licencia de 5ta a su compadre, quien por cierto no sabía manejar, y le dio trabajo. Cheo, muy emocionado, recogía todos los pasajeros que a la fuerza entraban en el autobús y éstos, entre maromas y chistes hallaron en los tubos pegados al techo, en los bordes de los asientos y en la entrada del vehículo miles de formas de agarrarse y de sobrevivir a los frenazos suicidas del loco conductor. De allí surgió el código de ética de los conductores de autobuses y la particular versión criolla de uno de los bailes más eróticos del momento.

La inauguración del Metro de Caracas, el 2 de enero de 1983, no interfirió con la práctica de este baile, al contrario, el error de cálculo sobre el crecimiento de la población caraqueña con respecto a la capacidad de pasajeros que en condiciones humanas deben caber en andenes y vagones obligó a los usuarios a encontrar nuevas maneras de contorsionarse en los tubos: con la yema del dedo, con un dedo simulando un gancho; con dos mientras alguien le recuesta la barriga en la espalda; con la barbilla pegada al pecho para no oler la axila del prójimo; con la mejilla en el tubo, una mano en la cartera y en la otra el celular, entre otras.

Lo maravilloso del pole dance al estilo Metro de Caracas es que su práctica no discrimina ni por edad, sexo o condiciones físicas, tampoco exige usar ropa sexy y lo mejor de todo es que cada sesión es muy económica, pues viene incluida en la compra del ticket para ingresar al sistema.

Después de todo ese entrenamiento es difícil no entender por qué los venezolanos somos además de excelentes bailarines, los más sexys del planeta.

Por cierto, recientemente el Metro de Caracas condecoró a Cheo por sus 20 años de servicio como instructor estrella de manejo de trenes. Su legado se deja sentir tras cada mentada de madre después de esos frenazos a los que aún no nos acostumbramos.

1 comentario:

Martha Arango dijo...

y por la música que nadie se preocupe, pues hay que sacarle provecho a los despiadados que con sus celulares ponen el reguetón o el ballenato, mal sintonizado... que no se diga que falta el ritmo!!!...