Si Edward T. Hall estuviese vivo, seguramente
consideraría redimensionar su teoría sobre la proxémica en entornos muy particulares,
quizá para establecer las características de las distancias del espacio
personal en un contexto extremo: el Metro de Caracas.
Hall señaló cuatro subcategorías para definir el espacio
personal a las que llamó distancias, a saber: la íntima, la personal, la social
y la pública. De ellas, la íntima se mide en un espacio de 15 a 45 cm cuando se
trata de relacionarnos con personas de confianza como la familia, los amigos,
la pareja. La distancia de menos de 15 cm, que pertenece también a esta
categoría, es la zona íntima privada, esa que protegemos y que implica ser
tocado, olido, besado, susurrado, lamido, acariciado… esa no distancia en la
que se funden los cuerpos.
Cada vez que voy en el Metro y pienso en Hall, me
pregunto por qué él no nació en Caracas. De haber sido así, su brillante mente se
hubiese deleitado en un estudio profundo del contacto humano furtivo pero en la
distancia íntima no propiciada y hubiese concluido que cuando el contexto
público y el íntimo se unen sin que exista otra alternativa, todos somos
familia, amigos, pareja. Por esa razón ya no discuto. Cuando en el Metro algún
desconocido junta su humanidad con la mía, pienso en los momentos gratos que
podríamos pasar siendo familia; en la complicidad que tendríamos si fuésemos
amigos y en lo maravilloso de amarlo si fuese mi pareja… todo a la par de ooooommmm,
mientras se alinean mis chacras.
La fuente consultada: http://es.wikipedia.org/wiki/Prox%C3%A9mica
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