En Navidad las calles de Caracas son todo un
espectáculo: vendedores, mucha gente, luces por doquier, adornos para todos los
gustos, juguetes, pregones, comida, olores, colores, música… pero de todo lo
que uno es capaz de ver en este mágico mes, en el cual todo se detiene para
satisfacer las necesidades propias de la época, una de las tradiciones que más
disfruto contemplar es la del cochinito.
El cochinito nace con los días contados. Cobra vida a
mediados de noviembre, cuando la mayoría de las personas comienzan a recibir
sus aguinaldos y el espíritu regalón se apodera de los venezolanos, y pasa al
plano astral, generalmente, el 24 de diciembre, con el ritual del “matarile”,
entre risas y ojos que cuentan todas las ñapas que se convertirán en parte de
la fiesta.
Su forma depende del tipo de negocio en el cual se
encuentre, de si lo decoran hombres o mujeres, expertos o aficionados, del
tamaño de las aspiraciones de quienes tendrán su porción y del humor de sus
dueños.
Tener un cochinito en el mostrador de la tienda, sea
cual sea, tiene implicaciones que van más allá de su decoración. Casi como una
suerte de código inquebrantable, por cada aporte que ingresa, sus beneficiarios
gritan a coro un sentido ¡¡¡¡graaaciiiaaaaasssss!!! cuando antes el responsable
de la caja y, generalmente custodio del cochino, ha anunciado la cantidad. Justo
en este punto el cochinito es el protagonista del momento, en vista de que
quien da la ñapa, la cual casi siempre sale del vuelto, hace algún comentario
sobre su decoración, algún chiste si se parece a alguien o alguna sugerencia
para volverlo más atractivo. Pero lo más hermoso de este acto es que no importa si el aporte fue mucho o poco, la celebración se hace con el mismo entusiasmo.
Nuestro cochinito navideño es la mejor demostración de
que en nuestro país existen sólidos valores con respecto a la economía, él es
la prueba del ahorro con propósito, breve y con resultados que muchas veces
superan las expectativas.
No puedo imaginarme la Navidad venezolana sin el
cochinito… sería como imaginarla también sin hallacas, pan de jamón, ponche
crema; sin nacimientos, aguinaldos,… sin la reunión con los amigos, sin la
fiesta en la calle.
7 comentarios:
jajajajajajajajajaj... me encanta la entrada y la extraña costumbre de tener cochinitos (puercos, marranos de plástico) colgados o puestos en cualquier lugar del local, normalmente en el mostrador, pero cuando no se puede se convierten en cochinitos voladores o ahorcados.. jajajajajaja .. Los venezolanos sí somos creativos.. jajajajajajajaj
jajajaja fíjate que también hay cochinitos encadenados, enamorados, tanta variedad que bien le valdría un libro al tema!! Que si somos creativos... de más diría yo!! y no solo eso, optimistas hasta más no poder!!!
Que Curioso como se dedica a montar las fotos..... jajajajaj Graciassss por montar la mía es la mas Bella ...... Graciassssssssss Inversiones Hiroki
Gracias a ti Inversiones Hiroki por permitirme tener la foto de tu cochinito en esta galería jejejeje Feliz Navidad y Año Nuevo!!! :)
Durante años les colocaban cejas y bigotes, para asemejarlos a Luis Herrera Campins (de manera nada halagadora).
jajajaja Guillermo T. Aveledo, muero de la risa nada más de imaginar a esos cochinitos, no pongo en duda que hubiese sido una galería de lujo!!! Gracias por visitar esta calle. Saludos :)
Que bella iniciativa y que hermosa costumbre venezolana.....!!!!!
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