jueves, 2 de septiembre de 2010

Gatos sin bigotes


Siempre escuché que si uno le cortaba los bigotes a un gato éste se volvía loco. ¡Claro! al ser ignorante en la materia gatuna, me creí el cuento. Hace casi tres meses adopté a una hermosa gata negra, Hexe es su nombre y significa “Bruja” en alemán, pero esa es otra historia. La que tiene que ver con ésta es el asunto de los bigotes.


Una de las cosas que me preocupaba de llevar a Hexe a la casa era que mi hijo pequeño cayera en la tentación de cortarle los bigotes, razón por la cual escondí las tijeras y le di una larga charla sobre lo que podría ocurrir si el gato se vuelve loco, desde cómo se convertiría en vampiro después de chuparle la sangre de su yugular brincona mientras él duerme, hasta cómo nuestra gata podría perder el recuerdo de dónde queda su caja de arena y confundirla con la caja de juguetes. Guillermo me creyó.


En medio de mi inquietud por darle una buena crianza a Hexe comencé a documentarme sobre el cuidado de los gatos, ¡y qué creen! no resistí averiguar si era cierto lo de la locura por falta de bigotes. En efecto, si a un gato se le cortan los bigotes enloquece, cito: “Los bigotes del gato son verdaderos sensores que entregan al animal importante información de su entorno inmediato. Nunca deben ser recortados, pues con ello se estaría afectando la seguridad, los movimientos y la orientación del gato”. Sin desestimar las posibles transformaciones que ya le había relatado a mi hijo, compartí con él esta información, así cuando él dijera que su gata podía volverse vampira pero al mismo tiempo hablara del asunto de los sensores, lo primero parecería la inocente conclusión de un niño de 7 años afectado por la televisión y lo segundo, tan razonable, salvaría su reputación.


Algunos días después de esta intensa conversación sobre los bigotes del gato estuve en el Metro con Guille, fue horrible, nos empujaron, nos chocaron, nos golpearon con bolsos, bolsas, codos; daba lo mismo caminar por la derecha pues siempre había alguien de frente en sentido contrario. Antes de hacer la transferencia en Plaza Venezuela nos detuvimos en la pared donde todo el mundo se espera para dejar que pasara la mayor cantidad posible. Entre tanto, yo aproveché para explicarle que eso era normal en nuestro Metro, que estábamos sobrepoblados y que, además, teníamos políticas de planificación urbana poco eficientes, pero él fue menos complicado en su interpretación de lo que ocurría, sólo me dijo que las personas no sabían caminar por un mismo canal, que todos parecían gatos sin bigotes. Después de eso, cada vez que viajo en Metro no puedo dejar de imaginar qué raza de gato es cada quien.


En la foto, Hexe, en su posición de “Maja Peluda” y la cita es de http://www.mascotas.org/gatos/cuidados_basicos_de_los_gatos.html

2 comentarios:

Luis M. Gallardo D. dijo...

Me hiciste recordar a mi abuela, que de niño me dijo que los tuqueques te dejaban la marca de su cara en la piel y que si eso ocurría tenían que quitarme ese pedazo de piel de un tajo. Y en otra oportunidad me dijo que las gatas daban a luz por la boca.

Los niños aprenden y comprenden muchas cosas, creo que lo correcto es enseñarles con la verdad en la medida de lo posible ;)

Inés Bohórquez (Ibo) dijo...

Exclente post!!!!
Es cierto mi querida amiga, he caminado por esa transferencia y es realmente una locura asi como la de Capitolio aunque mas bien parece la hora 0 ...
Tal vez podamos encontrar razas mutantes en el metro verdad?

Me encantó tu post. Está buenísimo y muy gracioso lo tendré presente cada vez que tenga que dejarme arrastrar y casi levitar al tratar de pasar la transferencia !
Buenisimo!! te dejo un abrazo y
besos a tu bebe
:)